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CEREBRO Y EVOLUCIÓN

“Sólo conociendo el proceso de la evolución humana podremos entender la mente moderna”

Steven Mithen

El cerebro se comenzó a desarrollar en el mar primitivo, en organismos –como la Hacidia-, donde su sistema nervioso estaba dispuesto por un conjunto de células especializadas estimuladas por impulsos eléctricos, en el embrión de este tipo de organismos, estas células conformaron un tubo donde las neuronas se sitúan ordenadamente alrededor del mismo, un animal de esta categoría no necesitó un gran número de neuronas, unos cientos de ellas eran suficientes para poder alimentarse y buscar la luz del sol; en animales evolucionados, este tubo resultó en un cerebro.

El primer cerebro estructurado se originó en los peces aumentando el número de neuronas que formaron unas pequeñas protuberancias alrededor del tubo neural, la composición celular también cambió, se formó una capa aislante alrededor de las células actuando como conductor del estímulo eléctrico y aumentando su velocidad.

La evolución de peces a anfibios y luego en reptiles causó una desarrollo del cerebro al aumentar su tamaño, los dinosaurios poseían la estructura del cerebro reptiliano, estructura que heredaron los reptiles y mamíferos, con las habilidades suficientes para la supervivencia en la superficie terrestre.

En los mamíferos el aumento de tamaño fue drástico dada la demanda del medio ambiente constituyendo el encéfalo recubierto por corteza.

“La aparición durante la evolución de centros nerviosos cada vez más complejos permitió interpretar y correlacionar la información recibida de distancias más o menos remotas, a causa del desarrollo paralelo de los órganos de los sentidos, especialmente el olfato, la vista y el oído” (Bustamante, 2007)

Hace aproximadamente 5 millones de años la corteza apareció en una nueva especie de mamífero: El hombre primitivo, la corteza era diferente, constituía una mayor área y se organizaron las neuronas en una estructura de columnas construyendo líneas de comunicación de gran rapidez y alcance dadas por la interacción con el ambiente, filtrando, organizando y analizando información, permitiendo así operaciones como la memoria, el aprendizaje y la planeación, entre otras.

Las células entonces se multiplicaron aumentando el tamaño de la corteza y obligándola a replegarse sobre sí misma, la conformación de estos pliegues son una particularidad del cerebro humano. Luego de tres millones de años, con la elaboración de herramientas, el Homo Habilis poseía unos trescientos gramos más de masa cerebral que sus antecesores. Un millón de años más y con el Homo Erectus se descubrió el fuego y las técnicas de caza duplicando el peso cerebral.

Hace unos cien mil años, llegó el Homo Sapiens con un cerebro que pesaba 1360 gramos, casi cuatro veces más grande y tres veces más pesado que su antecesor de unos millones de años atrás. Desde ese entonces, la estructura y anatomía del cerebro humano no ha tenido grandes cambios.

El tallo cerebral y el sistema límbico, la región más primitiva del cerebro, se encarga de dirigir las emociones, almacenar recuerdos y controlar actividades vitales como el ritmo cardiaco y la respiración; así mismo, generan conexiones con la corteza, estas conexiones son creadas a partir de la experiencia y aprendizajes formando nuevos circuitos neuronales que actuarán como sistema de control de las emociones.

El aumento de la masa cerebral, trajo una dificultad para nuestros ancestros primitivos, el consumo energético es mucho mayor, aproximadamente quema en términos de calorías una quinta parte de lo ingerido. Mithen plantea que “el tamaño de del cerebro humano requiere 22 veces más que una cantidad equivalente en tejido muscular en reposo”.

Cuando una zona del cerebro se esfuerza, el organismo en conjunto responde circulando más sangre a esa zona y proporcionar energía a esas células, lo que no quiere decir que en el cerebro funcione una única zona para cada actividad, de hecho, si pasamos a una persona por un escáner nos podemos dar cuenta que en una actividad específica, muchas zonas cerebrales se activan y asocian entre sí para procesar, apreciar o reconocer la información entrante.

Esta asociación celular esta generada por miles de sinapsis y ramificaciones neuronales, pero su conexión no es física sino química, las neuronas liberan una serie de intermediarios químicos que influyen en el pensamiento, la emoción, la expresión y el afecto, funcionan de manera controlada y equilibrada para el control de la actividad cerebral, equilibrio que se puede perder con sustancias que ingerimos comúnmente como el alcohol, la nicotina y la cafeína entre otras.

El cerebro actúa como un todo, en el esfuerzo colectivo de todas sus partes, grupos de neuronas que actúan al unísono, cada grupo de neuronas se ubica en una zona del cerebro y es responsable de una actividad específica, por ejemplo, el cerebelo, que se encuentra en la base del encéfalo, se encarga de recibir la información del movimiento aprendido en la práctica; resulta interesante, que casi un cuarto del cerebro se dedica a la visión y estando los ojos en la parte frontal del cerebro la información visual es almacenada y controlada desde el lóbulo occipital, es decir, en la parte de atrás del encéfalo, pero necesita otras partes del cerebro para interpretar esa información.

A lo largo de la evolución, distintas partes del organismo evolucionaron, como el desplazamiento sobre las extremidades inferiores y el posterior alargamiento del dedo pulgar, el desarrollo de una estructura corporal causaba el desarrollo de otra, y el cerebro continuaba evolucionando. Comenzamos a clasificar las cosas para sobrevivir, a controlar el medio, gozar de una memoria de trabajo (a corto plazo), o almacenar la información en el cortex frontal a largo plazo, donde volvemos al tema de las conexiones neuronales, son estos circuitos reforzados por el aprendizaje y la experiencia los que hacen que recordemos la información; la memoria evolucionó por la necesidad de reconocimiento del medio, porque es precisamente el entrenamiento de las habilidades comunes los que nos diferencia a unos de otros.

La relación con los otros y el ejercicio de vivir en sociedad ha sido la principal plataforma evolutiva frente al crecimiento del cerebro, para el hombre primitivo no fue fácil enfrentarse al medio para sobrevivir, pero fue aún más complicado conocer al otro, comprender los intereses, motivaciones y percepciones de los demás, lograr convencer, establecer vínculos de amistad o de pareja es complejo; adicional a ello el uso de herramientas, la configuración de técnicas y la relación con la naturaleza conformaron estructuras cerebrales más desarrolladas.

Finalmente el desarrollo del lenguaje, el lograr apreciar el arte, la ciencia y hacer construcciones a partir de ello, hacen que el cerebro sea mucho más que una simple estructura producto de la evolución.

REFERENCIAS

BUSTAMANTE, Ernesto. El Sistema Nervioso. Desde la Neuronas Hasta el Cerebro Humano. Editorial Universidad de Antioquia. Medellín, 2007.

MITHEN, Steven. Arqueología de la Mente. Editorial Crítica. Barcelona, 1998.

ZUBIRÍA , Miguel de. Cómo Funciona la Mente Humana. Más Allá de la Psicología Cognitiva. Serie Fundamentos en Pedagogía Conceptual 4. Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual Alberto Merani. Bogotá. 2009.

 
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Publicado por en agosto 30, 2010 en Uncategorized

 

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EL USO DE LA LITERATURA COMO HERRAMIENTA PARA ESTUDIAR LA AFECTIVIDAD HUMANA

Los textos literarios se encuentran atiborrados de instrumentos para la interpretación y análisis de la afectividad humana, pero son pocos los que le utilizan con ese fin.

Al abordar un texto literario generalmente se intenta analizarlo desde quién es su autor, el contexto, temática, argumentos, estilo, lenguaje, intención, la forma en la que el autor llega al lector y su influencia histórica o cultural entre otros aspectos. Sin embargo, al realizar el desglose de la obra son escasas las veces que nos detenemos a reconocer los recursos afectivos que fueron utilizados para su elaboración.

Desde el punto de vista de la afectividad, el análisis no se limita a decir si el personaje es protagonista o antagonista, principal o secundario, colectivo, ausente…, se trata de interpretar cuáles son sus roles como trabajador, hijo, pareja o padre tal vez; sus afectos, qué le interesa, lo motiva, le gusta o quiere; y sus creencias, es partícipe de una religión, movimiento social o político, su filosofía de vida, principios o cultura.

Se podría observar las actitudes, tomar las características importantes de las afectividades plasmadas en la obra, de qué manera se toman las decisiones, cómo se expresa la corporalidad, ejercicios de liderazgo, situaciones de alegría, el establecimiento de vínculos entre personajes, con el contexto, la sociedad y la cultura.

Al encontrarse con el universo interno del texto se crea un espacio de comunicación emisor- receptor donde el autor es quien lleva la batuta que dirige al lector por un camino específico, sin embargo, esté último debe interpretar las modificaciones de tiempo, época, alteraciones de los personajes, situaciones geográficas o modificaciones de conducta.

Así mismo, se puede dilucidar la influencia del texto en nuestra mente, ¿el lector acoge el mensaje enviado por el autor desde su afectividad psicológica?, ¿su afectividad práxica?, o ¿desde la afectividad cultural?

Si se lograra realizar este tipo de ejercicios con los niños y adolescentes que se encuentran escolarizados se adelantaría considerablemente el proceso de aprehendizaje de los sentimientos, el entendimiento y la expresión de las distintas subjetividades que confluyen en una sociedad en un momento determinado de la vida, donde luchamos por adquirir competencias suficientes para “…iniciar, mantener, profundizar y concluir relaciones”, como lo enuncia Miguel de Zubiría en su obra sobre la afectividad humana.

 
 

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