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La Clave de la Resistencia de Sábato está en la Formación y la Construcción Social

Ernesto Sábato, escritor y físico Argentino[1], producto de una familia de estructura clásica-productiva (padre trabajador-proveedor, madre cuidadora, grupo numeroso de hijos, 11 en total para el caso), con un modelo de crianza basado en la disciplina estricta, que le proporciona una visión de la familia afectuosa pero severa, acorde a un esquema de autoridad que debe ser ejercido por los padres. Estuvo sometido a situaciones sociales difíciles durante su juventud, donde pasó de ser el hijo de un pequeño burgués a vivir en las calles en París mientras se enfrentaba a una crisis de sus propias creencias sociopolíticas. Trabajó en el laboratorio de los Curie[2], del cual se alejó al sentir un profundo desacuerdo con el uso que se le daba a la ciencia; encontrando sentido para su vida en la escritura y la pintura.

Tiene un carácter  que busca constantemente el orden –por eso su pasión por la matemática y la física-, la justicia, la equidad, la revolución (pero con lucha de ideales reales, responsables y haciendo parte de la problemática que se quiere cambiar), libertad, comunitarismo –entendido desde la formación de una “comunidad socialista de escala humana”[3]-, la pluralidad, el diálogo y la democracia. Cree que el hombre es una articulación no igualitaria entre razón e irracionalidad, por que el alma humana tiende a la segunda; teniendo en cuenta lo anterior, la racionalidad ha generado grandes avances tecnológicos, pero esa otra cara de la moneda, la más pasional y subjetiva, hizo que se perdiera el control y se malogre la ciencia en detrimento de la sociedad cosificando al mismo hombre en una pugna por la dominación (mantenimiento del poder), elementos que explicita en el libro La Resistencia, publicado en el año 2000; en este ensayo el lector se enfrenta con un Sabato bastante crítico, existencialista y absolutista que si se aborda fielmente puede tornarse desesperanzador, sin embargo, su propósito está encauzado en una especie de RE- Humanización, donde se recuperen los espacios de diálogo para el establecimiento de vínculos fortalecidos, la motivación y el disfrute del quehacer, la creación y recreación de espacios donde se retorne la belleza, el reconocimiento del pensamiento y el afecto del otro, gozar de espacios de ocio[4], volver a tener respeto y confianza en la vida, lograr sentirse libres por asumir correctamente las decisiones tomadas, dejando de lado el conformismo.

Por otro lado considera el hecho de volver a creer en la justicia y en la democracia de sujetos sociales activos, diversos y libres, en palabras de Estanislao Zuleta:

“Llamemos democracia al derecho del individuo a diferir contra la mayoría; a diferir, a pensar y a vivir distinto, en síntesis, al derecho a la diferencia. Democracia es derecho a ser distinto, a desarrollar esa diferencia, a pelear por esa diferencia, contra la idea de que la mayoría, porque simplemente ganó, puede acallar a la minoría o al diferente” (Zuleta 1995 :75).

Se debe generar entonces un cambio social, una comunidad (ojalá sin dinero, aunque no aborde el sistema monetario como causante del decaimiento social) que vuelva a respetar la palabra y los principios, no como un estado de añoranza por los tiempos pasados, sino por recobrar  el sentido que se le da a los valores, proporcionarle un buen uso a la razón, porque, como diría Bertrand Russell, “la inteligencia, hay que decirlo, ha causado nuestros males; pero la falta de inteligencia no los curará. Sólo una inteligencia mayor y más prudente puede hacer más feliz al mundo” (1962).

La formación y la construcción social dependen entonces de la transformación de los valores en sí mismos, es decir, si la sociedad es todo un sistema de relaciones y de diferencias, donde cada una de sus partes se maneja con una autonomía relativa, los seres humanos, como agentes sociales, están en capacidad percibir, valorar, conocer y reconocer todas aquellas simbolizaciones y constructos que responden a la expectativa de su círculo social afinando sus creencias y dándole significado a sus emociones; allí es el punto específico donde la percepción entra en juego, por que las partes de un sistema no son independientes de la sociedad misma y sus reglas, de esa manera si se canalizan las formas de sentir e investigar el mundo, las emociones y símbolos desarrollados, se puede lograr un cambio significativo en cuanto a la evolución y generación de principios; el resultado será positivo si se obtiene la información adecuada del contexto, si se hace consiente de la incidencia que tiene sobre el sistema y lo conocerá de manera suficiente para comprenderlo y llegar a optar, a la libertad de decidir cómo va a actuar para encontrar solución a los problemas y dificultades o para fortalecer lo que hasta el momento ha mejorado su calidad de vida.

REFERENCIAS

RUSSELL, Bertrand. ¿Por Qué No Soy Cristiano?  Buenos Aires. Editorial Hermes, 4ª Edición. 1962.

SÁBATO, Ernesto. La Resistencia. Buenos Aires. Editorial Planeta. Seix Barral. 2000.

ZULETA, Estanislao. Educación y Democracia. Bogotá. Corporación Tercer Milenio. 1995


[1] Pintor, apasionado del arte como la forma más pura y sensata de expresión de pensamiento y sentimiento en el ser humano.

[2] Situación que le hizo reflexionar que el ser humano no es únicamente Razón, sino que debe complementarse mediante el símbolo, mito, sueño, sentimiento, pasión.

[3] Estas características son abordadas por el Mismo Sábato durante una entrevista realizada por la cadena Española RTVE en el año 1977.

[4] Ocio desde la visión griega donde se pretendía el desarrollo de las potencialidades del ser humano, dedicando el tiempo al intelecto, a la búsqueda activa de verdades supremas y lograr la expresión de su condición ética y cultural.

 

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